jueves, 10 de abril de 2014

ESTRÉS FELINO? EVITALO

¿CUAL PUEDE SER EL ORIGEN DEL ESTRES EN LOS GATOS?

Desde el punto de vista biológico los gatos son, en general, animales solitarios y territoriales. Así, cualquier cambio que afecte a su entorno, puede ser causa e estrés.
Una mudanza, obras en el domicilio, la llegada de un nuevo miembro a la familia (p.e un bebé, un perro, un gato), el simple hecho de convivir con otros gatos en un espacio reducido y la visita al veterinario, son algunas de las situaciones más comunes en  las que un gato puede manifestar estrés.

Nuestros gatos no pueden comunicarnos verbalmente como se sienten. Sin embargo los cambios en su comportamiento pueden indicarnos que algo sucede.
Un gato puede manifestar estrés de formas muy diferentes y unas son más fáciles de reconocer que otras. Además, las manifestaciones más visibles de estrés pueden variar mucho de un animal a otro, tanto en su naturaleza como en su intensidad.


  • Disminucion de la actividad general.
  • Disminución del apetito.
  • Disminución del juego.
  • Aumento o disminución de la conducta de grooming (acicalamiento)
  • Aumento de la agresividad.
  • Aumento de las vocalizaciones (maullidos)
  • Marcaje con orina.

En primer lugar deberíamos tratar de descubrir la causa de estrés de no poder ser eliminada por completo, al menos debería tratar de reducirse su impacto sobre el gato. En caso de que su gato padezca un problema de estrés consulte a su veterinario.




Un entorno estable y acondicioneado para cubrir sus necesidades ayudará a mejorar el bienestar de su gato. Los primeros meses son decisivos. Desde la primera visita al veterinario solicite su consejo sobre como educar a su gato y cómo prevenir problemas de comportamiento.

Recomendaciones generales:
  • Permitir al gato acceder a zonas elevadas y lugares donde pueda esconderse.
  • Promover el juego con bolas de papel o juguetes diseñados para gatos.
  • Esconder comida en ciertos lugares para potenciar la conducta exploratoria del gato.
  • Evitar en la medida de lo posible cambios en el entorno. Si no puede evitarse, es muy importante que dichos cambios se realicen de forma progresiva.
  • Eliminar cualquier forma de castigo.
  • No forzar la interacción con el gato. Debe ser siempre el gato el que decida el grado de contacto que desea mantener con las personas.
  • En relación con la alimentación, es preferible que el gato tenga alimento varias veces al día.

IDENTIFICACION DEL MALTRATO ANIMAL

El maltrato a los animales comprende una gama de comportamientos que 
causan dolor innecesario, sufrimiento o estrés al animal, que van desde la 
negligencia en los cuidados básicos hasta el asesinato malicioso e 
intencionado. Cada año, un elevado número de animales son víctimas de 
maltratos indirectos (negligencia en los cuidados básicos: omisión en la 
provisión de refugio, alimentación y/o atención veterinaria adecuada) o de 
maltratos directos (omisión intencional de proporcionar los cuidados básicos 
o tortura, mutilación o asesinato malicioso del animal). El mencionado 
abuso es un problema social de grandes dimensiones que no solo afecta a 
aquellos animales víctimas de esta violencia sino a todos los miembros de 
nuestra sociedad. 

En primer lugar, sus víctimas son seres sensibles capaces de experimentar 

dolor, sufrimiento y estrés. La ansiedad es una causa importante 
generadora de dolor, estrés y por lo tanto, de sufrimiento. En este sentido, 
Gray proporciono un fuerte argumento a favor de la existente similitud 
entre la ansiedad en humanos y en animales. Los resultados obtenidos en 
sus estudios de distintas drogas indican que un estado emocional, análogo a 
la ansiedad humana, ocurre también en los mamíferos. 

En segundo lugar, la condición de inferioridad que poseen los animales en 
nuestra sociedad, nos hace aun más responsables de su bienestar. Según 
Aristóteles, el universo está dispuesto de acuerdo a una jerarquía racional. 
Aquellos seres racionales –los hombres- ocupan los niveles superiores en la 
jerarquía y, por lo tanto, tienen el derecho de reinar sobre los seres que se 
encuentran por debajo de ellos. A pesar de que las distintas partes de la 
jerarquía del universo son desiguales, todas y cada una de ellas son 
esenciales para el adecuado funcionamiento del universo. El perjuicio de 
una parte de la acarrea consigo consecuencias negativas para el todo. Por 
lo tanto, la supremacía del hombre trae aparejada una obligación, una 
responsabilidad, que es la de cumplir con la función de guardián de las 
especies inferiores a él. Esta línea de pensamiento propone que los 
animales no son iguales que los hombres y, por lo tanto, no deben ser 
tratados como tales. Sin embargo, esto de ninguna manera implica que el 
hombre tiene derecho a maltratar a los animales, sino que debe cumplir su 
función de guardián a fin de que todas las partes de la jerarquía del 
universo coexistan libres de males. Por lo tanto, aun la teoría más 
tradicional que sostiene la supremacía del hombre sobre los animales, 
requiere la provisión de un trato adecuado y humanitario hacia ellos. 

En tercer lugar, la literatura psicológica, sociológica y criminológica ha estado  
analizando la idea de que el maltrato a los animales está íntimamente 
vinculado a la violencia interpersonal. Según estos estudios, que se vienen 
realizando desde hace más de treinta años, la gran mayoría de los 
abusadores comparten una historia de castigo parental brutal y rechazo, 
crueldad hacia los animales y violencia contra personas. 
El psiquiatra Alan Felthous, junto con otros colegas, ha identificado una 
tríada constituida por el abuso físico por parte de los padres, crueldad hacia 
los animales, y violencia hacia las personas. En gran parte, los estudios 
basados en el abuso animal y criminología adulta, muestran que las 
primeras instancias de crueldad hacia los animales tienen lugar temprano 
en la vida del abusador. 
Según la antropóloga, Margaret Mead (1964), “Una de las cosas más 
peligrosas que le puede pasar a un niño es matar o torturar a un animal y 
salirse con la suya.” Casi todos los niños atraviesan una etapa de crueldad 
“inocente”, en la cual pueden lastimar insectos u otros animales pequeños 
en el proceso de explorar el mundo y descubrir sus habilidades. La mayoría 
de los niños, sin embargo, con la guía adecuada de los padres y maestros, 
se tornan sensibles al hecho de que los animales pueden sentir dolor y 
sufrir. Algunos, sin embargo, parecen quedarse encerrados en un patrón de 
crueldad que generalmente va escalando con la edad y se manifiesta en la 
madurez en la forma de violencia hacia las personas. 

Debido a que el maltrato hacia los animales constituye un aviso sobre la 
posible existencia de otras formas de violencia y que maltratar a seres 
capaces de experimentar dolor y estrés es inaceptable en una sociedad 
civilizada, nos proponemos analizar el problema de la crueldad hacia los 
animales y su vinculación con la violencia interpersonal. Este estudio tiene 
dos objetos específicos para los cuales se realizaron dos investigaciones 

distintas. El primer objetivo pretende caracterizar la crueldad hacia los 
animales, identificando quienes son las víctimas más comunes, los 
ofensores y qué tipo de crueldades se cometen a fin de determinar 
tendencias o factores que podrían contribuir a este tipo de violencia. El 
segundo objetivo es analizar el posible vínculo existente entre la crueldad a 
los animales y otros tipos de violencia interpersonal. 

Otro estudio realizado en casas de acogida de mujeres maltratadas y en 
mujeres que tenían animales de compañía, mencionan en un 77% de los 
casos que su agresor también maltrataba a los animales y lo que es más 
doloroso, en un 32% sus hijos también les habían causado daños (Ascione, 
1998). 
En otra investigación se mostró que los delincuentes violentos encarcelados 
en una prisión de máxima seguridad habían realizado en su infancia mas 
actos violentos frente a los animales que otros delincuentes no violentos 
(Merz-Pérez, Heide, & Silverman, 2001). 
Otro aspecto novedoso es la correlación existente entre el maltrato animal y 
la situación de exclusión social en determinados individuos, como son las 
personas con el Síndrome de Diógenes y/o el atesoramiento de animales. 
Estas evidencias científicas mencionan en todos los casos la importancia del 
veterinario en la detección precoz de estos signos, así como elemento 
asesor capaz de dar soluciones imaginativas a este problema. 
Diversas organizaciones ofrecen amplia documentación sobre la relación de 
maltrato animal y violencia domestica: 
www.tufts.edu/vet/cfa/hoarding/ 

lunes, 27 de enero de 2014

Como, cuando y porque desparasitar a nuestras mascotas





Los parásitos, son seres vivos que viven a costa de otro ser vivo superior (llamado por ello hospedador), habitando dentro o sobre ellos y alimentándose de partes de su organismo o de sustancias alimenticias ingeridas por éstos. A los parásitos que viven sobre el animal hospedador reciben el nombre de parásitos externos; los que viven dentro del hospedador, son los parásitos internos. Las mascotas se infestan con parásitos bien al entrar en contacto directo con otros animales parasitados o bien al pasear por zonas contaminadas con huevos o con larvas de estos parásitos (también por ingestión al chupar el suelo u otras superficies). 

Tanto los parásitos internos como externos de las mascotas y humanos son potencialmente molestos y peligrosos por tres motivos: 

1. Porque por sí mismos, estos parásitos pueden ocasionar directamente lesiones sobre el organismo. Por ejemplo, los gusanos intestinales provocan vómitos, diarreas, adelgazamiento crónico e incluso pueden ocasionar la muerte por acumulación y formación de bolas que se atascan dentro del tubo intestinal. Otro ejemplo, las pulgas pican sobre la piel del animal, provocando un gran malestar, y ocasionando lesiones importantes en la piel a causa del rascado y de las alergias a su saliva; además, consumen mucha sangre si se encuentran en gran número, por lo que pueden ocasionar anemia y debilidad en los animales afectados. 

2.
 Porque muchos son transmisores de otras enfermedades infecciosas (que albergan en su interior y que transmiten al hospedador cuando le pican o cuando penetran en él), que pueden poner en grave riesgo la vida de las mascotas y de sus propietarios. 

3.
 Finalmente, porque interfieren con la capacidad de inmunización de las vacunas. Una vacuna, aplicada sobre un animal previamente parasitado, es muy probable que no tenga un buen efecto sobre el animal, quedando este desprotegido frente a las enfermedades contra las que se pretendía vacunar. 

Existen muchos parásitos que son zoonosis, o sea, que pueden afectar tanto a nuestras mascotas como a nosotros mismo, los humanos. En las personas, los riesgos son exactamente los mismos que en las mascotas, ya vistos. Los parásitos pueden pasar de las mascotas a las personas de diversas maneras (por contacto, por ingestión…), siendo los niños, las mujeres embarazadas, los ancianos y los enfermos (sobre todo inmunodeprimidos), los grupos que corren más riesgo de adquirir una de estas parasitosis. En los niños, el riesgo es doble, porque muchas veces no conservan las normas básicas de higiene, como lavarse las manos después de haber tocado a un animal o evitar llevarse a la boca objetos que han estado en contacto con estos animales parasitados. 
Para minimizar estos riesgos que corren tanto mascotas como personas, la medida básica que se debe exigir al sector clínico veterinario y a los propietarios de mascotas es una correcta y adecuada desparasitación de los mismos, con el uso de fármacos antiparasitarios especialmente diseñados para nuestros animales domésticos. Para estar bien seguros, siempre se debe recomendar realizar una desparasitación preventiva (o sea, no sólo hay que desparasitar a la mascota después de que coja los parásitos, sino que hay que evitar que los cojan). Ya no es sólo una cuestión de bienestar y salud del animal, sino que también es una cuestión de salud pública. 

Un buen protocolo de desparasitación preventiva debe tener en cuenta el ciclo de vida del parásito que se quiere prevenir. Como nuestras mascotas pueden estar afectadas por varias especies diferentes de parásitos, la frecuencia de administración del antiparasitario se debe adaptar siempre en relación con los parásitos cuyo ciclo de vida es más corto. El veterinario clínico es el profesional que conoce los protocolos y los productos que mejor se adaptan a cada enfermedad, por lo que debe ser él el que establezca las pautas de desparasitación para cada animal y estación del año. En cualquier caso, a nivel internacional existen 2 asociaciones de expertos en Parasitología de Animales de Compañía que son las encargadas de marcar las directrices y recomendaciones para conseguir una adecuada desparasitación de nuestros animales. Una es Americana (CAPC- Companion Animal Parasite Council) y la otra Europea (ESCCAP- European Scientific Counsel of Companion Animal Parasites). 

Las características ideales que debería reunir el producto antiparasitario ideal son:
 
- Cuanto más amplio sea el espectro mejor (cuanto mayor número de especies diferentes de parásitos cubra, mejor). Si el espectro es corto, habrá que administrar muchos productos diferentes para poder tener a la mascota y a la familia protegida. 
- El fármaco tiene que tener una gran eficacia. Cuanto más cercano al 100%, mejor (100% significa que elimina a todos y cada uno de los parásitos que podría tener el animal). Dentro de los antihelmínticos (antiparasitarios para los gusanos intestinales) los fármacos más efectivos serán los que comiencen a actuar desde los primeros tramos del intestino, de forma que no se dejen atrás ninguno. 
- Al mismo tiempo, debe ser una sustancia que no sea nociva para nuestro animal, que no provoquen efectos secundarios ni en la mascota (vómitos, diarreas, malformaciones en los fetos, abortos, signos nerviosos, daños hepáticos o renales, irritaciones de la piel) ni en las personas que los administran. Entre los productos antihelmínticos que se administran por la boca del animal, los fármacos más seguros son aquellos que no se absorben desde el intestino, ya que si se evita el paso a sangre y al resto del organismo. 
- Por último, que sea fácil de administrar (para que nuestra mascota lo acepte bien): 
o Tamaño del comprimido no demasiado grande (para que no lo escupa fácilmente) pero tampoco demasiado pequeño (difícil de manejar). 
o Que no tenga mal sabor.

 
o
 Con forma alargada y que se deslice fácilmente en la garganta, para que sea fácil de tragar. Muchos antihelmínticos en comprimidos comienzan a deshacerse nada más entrar en contacto con la saliva, por lo que los perros y gatos son capaces de escupirlos, y luego son difíciles de volver a dar, porque se han convertido en una papilla y son prácticamente inmanejables (por lo que habrá que gastar un nuevo comprimido). 

En cuanto a la pauta de administración, las Guías de Buenas Prácticas recomiendan la desparasitación mensual de las mascotas, sobre todo si en el hogar existe algún familiar dentro de los considerados grupos de riesgo (niños, ancianos…). Esto se debe a que la mayoría de parásitos tiene un ciclo de vida cercano a 1 mes. En cualquier caso, será el veterinario clínico quien mejor valore la situación de cada animal en concreto, pudiéndose plantear una pauta de desparasitación cada 3 meses (4 veces al año, una por estación). Se ha demostrado que hacer una desparasitación de menos veces al año (1 ó 2 veces al año), no tiene ningún efecto sobre la presencia de parásitos en las heces y en el ambiente, por lo que esta práctica, en principio, está totalmente desaconsejada.