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La gente puede ser alérgica a muchas cosas- incluidos los gatos- y la alergia puede manifestarse de diferentes maneras. Algunas personas manifiestan síntomas leves, como picores, estornudos o secreción nasal; otras presentan reacciones cutáneas severas y un pequeño número de personas pueden sufrir episodios graves de asma.
La alergia se debe a que el sistema inmune de la persona reacciona contra determinadas proteínas de origen animal o vegetal (antígenos) y produce anticuerpos y otras sustancias químicas para proteger el organismo. La función habitual de los anticuerpos es atacar a los virus, bacterias y parásitos y estimular la producción de histamina como defensa contra ellos. En las personas que sufren alergia el sistema inmunitario “se equivoca” y se libera histamina en respuesta al contacto con antígenos (alergenos) que no son peligrosos. Esta histamina irrita los pulmones, la nariz, la piel y otros tejidos, provocando tos, estornudos, sibilancias (pitidos respiratorios) y picores.
En cuanto a la alergia a los gatos, el principal desencadenante es una proteína que se secreta en la saliva y la piel de los gatos (no en el pelo ni en la caspa), pero puede encontrarse en el pelo ya que el gato se acicala con su saliva. También se elimina en heces y orina.
La reacción alérgica se desencadena cuando se inhala el alergeno, o cuando la persona alérgica acaricia a un gato, limpia su bandeja de arena o incluso si se sienta donde el gato se ha sentado previamente. Todas las razas de gatos producen alergenos, aunque hay personas que reaccionan frente a unas razas y no frente a otras (o con síntomas mucho más leves), la única forma de saberlo es exponerse al gato y ver cual es nuestra reacción. Aunque no hay razón científica para ello, muchas personas parecen reaccionar más frente a los gatos de pelo largo, quizá porque se acumulan más alergenos en su manto o porque hay más pelo en el entorno. De cualquier manera, incluso los gatos con muy poco pelo, como los Rex o Sphinx pueden también causar alergia, así que no es fácil determinar cuál es el tipo de gato “menos alergénico”.
Si convivimos con un gato y nos produce síntomas leves de alergia debemos impedirle entrar en nuestra habitación y mantener la casa (alfombras, cortinas, cojines…) lo más limpia posible, ya que cuanto más alergenos se acumulen en el ambiente más fácil será que nos produzcan síntomas. Los suelos de madera o de cerámica y las alfombras lavables son más fáciles de mantener libres de alergenos que la moqueta. Pese a lo que pueda parecer, pasar la aspiradora no es la solución, ya que puede remover los alergenos y hacer que floten en el ambiente, así que hay que hacerlo con adecuada ventilación. Es posible que se le recomiende bañar al gato con regularidad, aunque quien se lo sugiera probablemente no tiene gato ¡y no sabe lo complicado que es seguir su consejo! Existen algunos productos comerciales para aplicar sobre el manto del gato que podrían reducir los alergenos si son aplicados con regularidad, aunque por el momento hay poca información sobre su eficacia.
Si usted es alérgico, su médico puede recetarle medicamentos que le ayudarán a aliviar los síntomas (también hay productos que se dispensan sin receta); aunque, obviamente, su eficacia dependerá de la gravedad de los síntomas. En general, los antihistamínicos suelen ser el tratamiento de elección para los síntomas leves como estornudos y picores, aunque a veces son necesarios inhaladores e incluso esteroides. Por desgracia, la mayoría de los antihistamínicos suelen producir somnolencia (por ejemplo, se desaconseja conducir) y pueden interactuar con otros medicamentos, así que recomendamos que consulte con su médico.
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